Así como la novela 24 horas en la vida de una mujer (1927), del biógrafo y activista austríaco Stefan Sweig, trata sobre la moralidad de una anciana y su agitada vida pasional en un paso incesante de emociones que van de la compasión al aniquilamiento, Patricia Velasco se interna en el alma femenina durante el corto, pero decisivo periodo de un día, para realizar en su poemario Efímeras (Mantis Editores, 2022) una analogía entre los insectos llamados justamente efímeras y lo que ocurre en la vida de una mujer casi un siglo después.
Publicada con apoyo de la convocatoria de coediciones de Guadalajara Capital Mundial del Libro 2022, Efímeras se inscribe en la línea poética de lo confesional y lo aparentemente biográfico, ya que utiliza mayormente el yo lírico para el desenvolvimiento del discurso. Sin embargo, los tópicos y tonos son mucho más variados que lo que tal corriente manejaba en el siglo pasado. El discurso feminista es contundente, sin menoscabo de la voz femenina que nos conduce de la niñez a la madurez, del nacimiento a la proximidad de la muerte, en un eterno ciclo más allá de un día en la existencia. Metáfora completa, entonces, de la pequeñez del insecto y la pequeñez del humano. Asimismo, analogía elocuente de la grandeza de la vida de los seres que pueblan este mundo, sea por unas horas o una vida completa.
Que no nos engañe la aparente simpleza de los versos de Efímeras: cada golpe de remo es un reclamo a contracorriente, a los tópicos fundamentales de permitirse mujer. Y si bien hay una resonancia muy fuerte de otras poetas tutelares (en quién no), Patricia Velasco no escribe como ninguna de ellas: ha cruzado este siglo con la bandera en alto del activismo social y no es casualidad que sea por género: su voz va del azúcar más limpio a la patanería, y deja fuertes huellas en su andanza. Acérquense a esta luz que imante y es mortífera. Esto sí que es poesía, diría José Ángel Leyva. Esta sí es la poesía que trasciende más de 24 horas.
. La obra fue presentada en el Museo del Periodismo y las Artes Gráficas por Mariana Pérez Villoro, Mario Heredia y la autora.