El próximo martes 12 de septiembre a las 19:00 horas se presentará en la Casa ITESO Clavigero El palacio de las uñas, libro de reciente aparición que recoge textos del apreciado Ángel Ortuño, cuya sorpresiva muerte cumple dos años este mes.
Ricardo Castillo, Xitlalitl Rodríguez y Carlos Vicente Castro será los encargados de comentar la obra y seguramente evocar la personalidad y trayectoria del escritor tapatío.
Esta publicación de Impronta Casa Editora fue una de las propuestas seleccionadas en el programa de fomento editorial de Guadalajara Capital Mundial del Libro lanzada el año pasado.
El libro compilado por Carlos Vicente Castro de Metrópolis Ediciones, con portada de Carlos Maldonado e impreso con métodos tradicionales en talleres de Impronta, es una auténtica joya que materializa un amoroso proceso que se va haciendo evidente a cada página en múltiples detalles y guiños a su autor.
Ángel Ortuño fue poeta, narrador, bibliotecario y profesor. Licenciado en Letras por la Universidad de Guadalajara. Desde 1997, trabajó en Biblioteca Iberoamericana Octavio Paz. Se desempeñó como profesor de la Licenciatura en Escritura Creativa en el Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades.
Autor de más de cinco poemarios fue publcado en Tierra Adentro, La Tempestad, Cuadernos Salmón, La Colmena, Cantera Verde y Letras Libres, entre otras. Sus textos se pueden encontrar en diversas antologías. Finalista del Premio Herralde de Novela 2007. Recibió el Premio de la Fundación Cuatrogatos, de Miami, al mejor libro juvenil en 2017; el V Premio Rivera del Duero 2018 y el Premio Bellas Artes de Cuento Hispanoamericano 2018.
Sobre el libro
«El palacio de las uñas no tiene más propósito que el de reunir un conjunto de poemas heterogéneos de las distintas etapas en que Ortuño pergeñó esos versitos que, me atrevo a decir, operan en el lector que guste o no de ellos una infatigable conmoción de los sentidos. De la metáfora hermética y violentada a la suma de innumerables recursos de desactivación lingüística en pro del artificio, el embuste, la tesitura de discreta sonoridad y ácida ironía, su obra va evolucionando (o desarticulándose) de libro en libro sin que sea posible develar las claves de su poética singular, múltiple, enraizada tanto en la tradición clásica (sabía latín, por ejemplo) como en los impulsos seguramente asimilados de las vanguardias históricas, en las que era experto. Parafraseando a Rubén Darío, Ortuño era un autor tan antiguo como contemporáneo. Su lenguaje fue la mecánica del juego». —Carlos Vicente Castro
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